Circo de IP (Collarada, Pala de IP, Tronqueta y Moleta)

    

 Hace tiempo que deseaba alcanzar la cima de Collarada. Es visible desde prácticamente todo el Pirineo, y por ende prácticamente todo el Pirineo es visto desde esta peculiar cumbre. Sin embargo, el fuerte desnivel pero sobre todo su no excesiva belleza iban posponiendo esta aventura...hasta hoy.

Vistas desde Collarada al circo de IP.


    Le comento a Aitor, mi primo, a quien le agradezco enormemente el acompañarme en esta salida, la idea de acudir al Circo de IP. Dos son las razones que nos hacen pensar en este paraje. La primera, los más de 1800 metros que se deben superar son una gran oportunidad para coger fondo físico en este inicio de verano. La segunda, aún en junio, las altas temperaturas no son aun protagonistas, y puestos a entrometernos en esta travesía de dos días, mejor hacerlo en esta época del año. 

27 DE JUNIO

    Comenzamos a andar a las 9 de la mañana desde la estación de Canfranc con la intención de subir el primer día la Moleta, posteriormente la Tronqueta y dar por finalizada la jornada ascendiendo la conocida Pala de IP. Si aun conserváramos fuerzas, trataríamos de trepar Punta Escarra. Para el segundo día nos dejaríamos el plato fuerte. Dejando las mochilas en el refugio de IP, acometeríamos la subida de Collarada y bajaríamos tranquilamente hasta la estación, dando por finalizada la travesía.

Señalizado en azul, nuestro trayecto. 


    El camino comienza con una serie de zig zags bajo la sombra de pinos y hayedos. La pendiente, dada la infinidad de curvas que pueden hacer que se haga un camino algo pesado, no es muy pronunciada. Transcurre así alrededor de una hora, hasta que llegamos a un bonito túnel. A la salida de este, el terreno cambia, cambia y mucho. El sendero desaparece para dar paso a un camino poco intuitivo entre matorrales y maleza, no muy cómodo. Las vistas ahora son mejores, y podemos apreciar a nuestra izquierda cimas como el Pico Águila, el Borreguil de la Cuca, los Lecherines, el Aspe, Llano de la Garganta y del Bozo... incluso el Anie asoma a lo lejos.

Comienzo del camino entre pinos.


Aitor llegando al túnel.
                

    

Terreno sucio tras el túnel.


Desde aquí, ya se puede apreciar el Aspe, Lecherines...


    Tras una hora, encontramos una bonita cascada donde poder beber agua. Posiblemente conforme avance el verano, esta cascada desaparezca, pero unos metros más adelante se encuentra la fuente Elvira, donde podremos rellenar nuestras cantimploras. Importante tener en cuenta en este trayecto la escasez de agua. No nos encontraremos apenas posibilidades de adquirir agua.


Cascada donde coger agua.


Fuente Elvira, construida en 1944.

    Miramos en el mapa, y ya hemos ascendido 1000 metros de desnivel. Ahora, tenemos ante nosotros un terreno muy seco y muy roto que nos acompañará durante toda la travesía. Se hace duro. Avanzamos hacia nuestra izquierda entre los incómodos canchales en dirección a la Moleta. Una pequeña trepada de I+ y ya estamos en la primera cima del día. Las nubes esconden las vistas que nos rodean, pero eso no nos impide estar alegres por lo realizado hasta ahora durante las 4 horas de trayecto.

Terreno descompuesto. Al fondo, la estación.


Últimas trepadas para coronar la primera cumbre del día.

Ibón de Iserías desde la cima.


Cima de la Moleta. Aitor no es muy de
sonreír, pero supongo que estará alegre :)




    Tras la respectiva foto, realizada por una pareja que serán las dos únicas personas que veremos durante el día de hoy, nos encaminamos hacia la Tronqueta por terreno descompuesto. Cada paso, con la mochila a la espalda, me cuesta más de lo que desearía. Aitor, con su mochilita de 25 litros, va más fresco. Me asegura que lleva "todo" lo necesario, luego ya veremos que no tenemos la misma noción de "todo" jeje.

Camino de la Tronqueta

Foto en la cima de la Tronqueta


    Una vez en la Tronqueta, el cielo se despeja un poco y nos permite entrever Punta Escarra, Collarada... De momento, ni rastro del pirineo central. Habrá que esperar. Tras contados tragos de agua, pues no sabemos si vamos a poder reponer las cantimploras, enfilamos una pequeña bajada por terreno descompuesto y nos plantamos delante de la que será por fin la última súbida del día. Pero antes de eso, toca reponer fuerzas. ¡Y joe si las reponemos! La madre de Aitor, Maite, nos ha preparado unos bocatones de lomo con queso, que más que parecer pan con lomo parecen lomo con pan, que nos sientan estupendamente. Desde aquí se lo agradecemos. Y como toda buena comida, viene acompañada de una siestecita tontorrona. 

   

Primeras vistas de Collarada.

Pala de IP, y al fondo, Punta Escarra.


    Tenemos ya las pilas bien cargadas, pero las piernas también lo están. Encaramos así las pequeñas trepadas hasta el inicio de la cresta de la Pala de IP. Ojo con la roca, con lo frágil que es, es importante asegurarse de que aguanta la fuerza que apliquemos sobre ella. Respecto a la cresta, es muy muy ancha, encontrándose esta lejos de las dificultades con la que la dotan determinadas reseñas de internet. Si bien la caída a ambos lados es incuestionable, se avanza tranquilamente. 

Enfilando la última subida del día.


Aitor en la cresta. Como se aprecia, es muy ancha.


Cima de la Pala de IP


    Alcanzamos los 2730 metros que nos indican que hemos llegado al punto más alto de hoy. A estas alturas, la idea de subir Punta Escarra, que tiene alguna trepada de II+, se ha ido de nuestra mente, o quizá y posiblemente, la hemos echado nosotros. Como digo, el terreno es arduo, aunque en esta ocasión queda recompensado con las efímeras apariciones entre las nubes de los Infiernos, Anayet e incluso el Midi. Este último está algo tímido y no nos enseña su característica cumbre; será que prefiere que, espero más tarde que pronto, la descubramos nosotros mismos.

La inconfundible marmolera de los Infiernos.

Anayet, y al fondo, el Midi.


    Ya "solo" nos queda una bajada de 600 metros hasta el refugio. Nos quedan dos litros de agua, tendremos que esforzarnos para poder encontrar algún riachuelo que aparezca ya sea de un nevero o de las aguas subterráneas de dentro de la roca. Para no variar, la bajada es dura, a través de pedreras de bloques grandes. Por suerte, escuchamos el avanzar de un riachuelo desviándonos hacia la izquierda, de donde bebemos para saciar nuestra sed y rellenar las cantimploras.

Penosa bajada hacia el refugio.


    Tras más de 9 horas, llegamos a nuestro lujoso refugio hacia las 7 de la tarde. Aprovechamos para refrescar los pies en el ibón, jugar a cartas (si no digo el resultado es porque no me favorece desvelarlo), cenar unos bocatas bimbo de jamón y queso, preparar las mochilas de mañana y compartir nuestras impresiones de lo que ha sido la jornada de hoy. Mientras hacemos esto, el tan lujoso refugio parece recobrar vida y comienza a emitir algún extraño sonido. Aitor está convencido de que dicho sonido solo puede haber sido emitido por algún ser vivo, por ejemplo y únicamente por ejemplo, con cara de roedor. Son estas suposiciones suficientes para meternos en el saco a las 10 de la noche con la cremallera hasta arriba por miedo a levantarnos con algún inesperado acompañante. Es hora de cerrar los ojos. A las 6 de la mañana sonará el despertador, y tendremos que estar descansados para poder disfrutar al máximo de otra apasionante jornada como la de hoy.

Planta inferior del refugio. (¡Sí, tiene dos pisos!)

Planta superior.


Atardecer desde el Ibón.


    28 DE JUNIO

    Nos despertamos, desayunamos algún batido y algún bollo, y comenzamos a andar. No queda rastro de la fatiga de ayer y además, sin el peso de la mochila que se queda en el refugio, se progreda mucho mejor. Hace fresco, nada que no supiéramos a estas horas de la mañana. Llevamos alguna barrita y litro y medio de agua. El sol ya comienza a pegar fuerte, por lo que esperemos encontrar agua. En el peor de los casos, cogeremos del ibón, aunque beber de agua estancada, como todo montañero ha de saber, no es la mejor opción.

Comenzamos a andar.

    El camino discurre por los límites hacia la izquierda del ibón. La senda que seguimos es la verde y amarilla. El terreno, ya siento por repetirme tanto, continua estando muy roto. Antes de acometer una pala de considerable desnivel y tras media hora de trayecto, hay un riachuelo que desemboca en el ibón que nos sirve de aliado para saciar nuestra sed, y será el mismo riachuelo el que acometa dicha función en el camino de vuelta.

Aitor, en el riachuelo.

    Comenzamos la subida, guiados por alguna marca y algún hito. A lo lejos vemos una gran pared, que nos obligará a elegir si evitarla por la derecha o por la izquierda. En distintos blogs, unos la regateaban por la izquierda, otros por la derecha. Nosotros, la subiremos por la derecha y la bajaremos por la izquierda, para conocer más montaña. Nos encontramos algún nevero y la pendiente es considerable. Quizá este sea el tramo más técnico del día. Nos ayudamos de las rocas calcáreas, en lo que en mi opinión sí que es un paso un poco expuesto, pero al mismo tiempo le da algo de encanto a la ascensión. Una vez superado el escollo, llegamos al collado. A nuestra derecha Collarada, a nuestra izquierda Collaradeta. 

Pared característica. Subimos por
la derecha, bajamos por la izquierda.

Camino de subida.

Aitor llegando al collado.

Collarada desde el collado.



    Llevamos aproximadamente hora y cuarto de subida. Nos queda una pedrera que superar y finalmente alguna pequeña trepada para alcanzar en dos horas desde el refugio los 2886 metros que posee el principal pico de esta travesía, Collarada. Las vistas, si bien no son espectaculares por la nieblina de la mañana, son muy buenas, y todo lo que ayer no pudimos reconocer, lo reconocemos hoy. En el video, aunque con poca exactitud y con algo de imaginación, se observan alguna de las cimas que teníamos alrededor. Que nadie tenga en cuenta por favor mi ubicación en el video con Peña Forca, se me fue la pinza :)

Cima de Collarada.






    Con la relajación que el haber llegado a la cima nos produce, en vez de volver sobre nuestros pasos, acometemos erróneamente la bajada hacia Villanúa. Tras 15 minutos de destrepe, que consideramos de mayor dificultad que el realizado para llegar a cima, nos damos la vuelta para volver a llegar a cumbre y ahora ya sí, descender por el camino correcto hasta el collado. Debemos tomar una decisión. Bajar ya hacia el refugio, o subir Collaradeta. A mí es un monte que me hace ilusión. Cada vez que uno sube Peña Oroel, en Jaca, y ve el panel ubicado a la derecha de la cruz, le gusta leer los nombres de las cimas, y Collaradeta no deja de ser una de ellas. Sin embargo, Aitor comenta que no anda con excesivas ganas, prefiere encarar ya la bajada. Así que poniéndonos de acuerdo, es esto último lo que hacemos. Al fin y al cabo, sin subir a este pico, me ahorraré uno o dos parrafillos en este blog jeje.

Collaradeta desde el collado.


    Como he dicho previamente, vamos perdiendo altura dejando la pared a nuestra izquierda a través de un gran canchal. Nos desviamos algo de lo que se intuye como "camino", para poder apoyarnos en rocas grandes, aportándonos estas un poco más de comodidad. Si bien es más sencillo que el camino de subida, tiene menos ambiente y se hace más aburrido. Continuamos, y llegamos así entre rocas al riachuelo de subida. Importante beber aquí agua y cargarse de provisiones, pues será de los últimos puntos del día en el que podamos hacerlo. Tras rodear el ibón, llegamos al refugio a las 12 de la mañana, donde nos volvemos a poner las mochilas. Si por nosotros fuera, las dejaríamos aquí, qué pocas ganas de volver a cargar con tanto peso.

Aitor, bajando del collado.


    La ruta elegida para descender los 1000 metros que nos llevan a la estación es la del barranco de IP. Es el tramo más bonito de la travesía, aunque en un principio la vegetación puede ser algo molesta. Transcurre por el valle intercalando diversas flores y cascadas, para introducirse tras media hora en el bosque. Aquí ya no hay pérdida. La senda zigzagea constantemente y fluye bajo la sombra de los pinos. Los hitos son innumerables.

Bonito valle.

Bonitos parajes.

Barranco de IP.

Cómoda bajada por el bosque.

Se suceden las cascadas.


Tras casi dos horas inmersos en el bosque, alcanzaremos el desvío entre Canfranc y Canfran Estación. Nosotros cogeremos este último, es decir, el camino de la derecha, siguiendo las marcas rojas y blancas que nos permitirán alcanzar bunquers, cascadas y bellos rincones durante media hora. A la salida del bosque nos encontraremos un puente balizado, semidestruido por alguna riada o alud invernal. Ante la desapetecible idea de deshacer lo andado, cruzamos tal puente con cuidado, y tras unos feos quince minutos por carretera, llegamos al coche a las tres de la tarde, cansados pero con una sonrisa de oreja a oreja.

Tomar el camino de la derecha. No desviarse hacia Canfranc.

Algún bunker.



Puente. Al final se aprecia que
no tiene el mejor aspecto.
Tras dos días, llegamos a nuestro destino.



    Así terminan dos días de monte en los que hemos cumplido los objetivos marcados. Dos días de terreno duro y seco, de fuertes desniveles, que seguro nos han fortalecido para otras aventuras. Dos días en los que los primos, que no nos vemos mucho, hemos podido disfrutar la montaña el uno con el otro. En definitiva, dos días de naturaleza y familia que serán recordados durante mucho tiempo y que nos hacen enamorarnos aun más de la magia de nuestro querido Pirineo.

Y esto es todo. Siento si ha sido muy largo. Hasta la próxima aventura. 

¡Un abrazo montañero!

    

    

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