Una piedra en el camino

     

En el Perdón, recuperando energía.


    3 de octubre. El reloj del rocódromo marca las nueve de la noche. Me dispongo a darle el último pegue a la travesía de hoy. Tras una sucesión de  movimientos, alcanzo el paso clave. Minutos antes me he caído, ahora estoy dispuesto a darlo todo. Meto la rodilla hacia la pared, movimiento que en escalada se conoce como "bicicleta", con el objetivo de acercar el centro de gravedad al panel. Me estiro, logrando rozar una presa morada. Sin saberlo, será la última presa que toque en dos meses.

Con ganas de volver a dar guerra.

    No entiendo nada. No sé por qué me he caído. En un principio pienso que la presa ha cedido. Acto seguido, distingo en mi rodilla derecha la rótula salida. No puede ser. La lesión llega en el peor momento, con bonitos y apasionantes proyectos a la vuelta de la esquina. 

    El dolor es máximo. Muchos pensamientos rondan en mi cabeza. ¿Cuál será la lesión? ¿Cuándo podré volver a escalar? ¿Entonces, el sábado no iré a Riglos? Ya tendré tiempo de dar respuesta a estas preguntas, ahora lo primero será volver a introducir la rótula. No hace falta, pues ella solita se coloca en su posición inicial. Vaya, pues para eso, mejor que no se hubiese salido.

    Trato de incorporarme. El trato, atención y ayuda que recibo por parte de l@s compis del roco es excepcional, gracias de verdad a cada un@ de ell@s. Gracias también al personal de la ambulancia y de urgencias, montañeros con los cuales quedo para ir al Midi en cuanto me recupere. 

    En una primera valoración, parecen descartarse roturas en ligamentos y menisco. Un alivio. Suficiente roca me voy a perder, como para olvidarme también de la nieve de los Piris. 

    Dos días más tarde, y mediante la resonancia, confirman el diagnóstico. Luxación de rótula, con un tiempo estimado de recuperación de unos dos meses. Dentro de lo malo, lo mejor. Empiezan así ocho semanas en las que el objetivo principal no es otro que recuperarse para volver lo mejor y lo antes posible.

Aspecto de la rodilla.

    Las muletas se convertirán en mis nuevos pies de gato. La férula ortopédica, mi amiga inseparable durante las primeras tres semanas, hará de rodillera. Mi grado máximo reside ahora en acciones cotidianas como subir unas escaleras, ducharse o subirse al coche. Es mi nueva normalidad. Y será esta nueva normalidad la que me permita valorar mucho más cada acción, y desde luego la que me permita admirar aún más si cabe a los que han sido mis compañeros de cordada durante este tiempo, mi familia.

Llegando a la reunión, tras quince escalones ya bien conocidos.

    No entendería este proceso de recuperación sin ellos. Les comentaba en un principio que eran un campo base perfecto. Era yo quien debía subir la montaña, quien debía superar el proceso, pero en todo momento me encontraba guiado y alentado por ellos. Después, me retractaba para confirmar que eran compañeros de cordada. No se quedaban detrás de unos prismáticos, sino que realizaban la ascensión conmigo. Me habría caído si no fuese porque me llevaban todo el rato con la cuerda bien tensa. (Tras tanta metáfora montañera, no sé si entenderás este párrafo mamá, pero en definitiva, gracias jeje.) En cada acción , por muy simple que parezca, necesitaba de vuestra ayuda, y allí habéis estado, así que os lo agradezco infinito.

Humor Mendizabal.

    Aprovecho para agradecer también a los amigos que han modificado sus planes para que pudiese asistir a ellos, a los que han hecho de taxistas, a los que con la excusa de verme organizaban una cena, a los que me han venido a visitar, a los que me han llamado o se han interesado por mi estado, a los desconocidos que me veían en la uni y me sujetaban la puerta, al técnico que me sacó del ascensor, al compañero que me subió a borriquito para que pudiese acceder a clase, a Txelu, que me permitió formar parte de la competición de escalada como árbitro, a la federación, a mi fisio Paloma que ha hecho milagros y a mi compañero Juan, que me amenizaba las sesiones de rehabilitación hablándome de montaña. Han sido numerosas las muestras de cariño que me han permitido llevar el proceso de la mejor manera posible. A todos los mencionados y a los que faltan por mencionar, muchas gracias de verdad.

    Los días trascurren. Yo mismo me impresiono en cómo llevo la recuperación. Lejos de caer en el desánimo ante la ausencia de montaña, aprovecho para reflexionar acerca de mí mismo y veo en cada pequeño avance una razón más para mantenerme optimista. Ocupo el tiempo leyendo libros (a destacar el prestado por Itxi y Diego, "La Montaña Dentro", que cuenta cómo Hervé Barmasse, tras accidentarse la rodilla de gravedad, persigue su sueño y se convierte en uno de los mejores alpinistas de hoy en día), escuchando podcasts de "Rock and Joy" (sirviéndome especialmente de ayuda el de Hugo Carmona, que hoy en día escala octavo grado teniendo una única pierna), disfrutando los campeonatos de escalada por internet y viendo documentales y videos recomendados por amigos. Y el tiempo que sobra, pues se lo dedico al estudio jeje.

    La rehabilitación va surgiendo efecto y mi rodilla comienza a responder. El progreso visible de cada día es el motor que me empuja hacia adelante.  De ahora en adelante, toca ceñirse a los ejercicios físicos pautados e ir recuperando la fuerza y el movimiento poco a poco, sin que las ganas que tengo por volver a la montaña y escalar me hagan precipitarme. Esperemos que la recuperación sea buena, para que la próxima entrada del blog, que ojalá llegue pronto, no sea sobre la lesión y sí sobre una aventura por las alturas, de esas con las que uno sueña.

Gracias a tod@s.

¡Un abrazo montañero!


En breves, de vuelta.



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