Solana de Llauset, Russell Oriental, Vallibierna (Etapa 2-Russell Oriental)

   Día 2

    Tras un contundente desayuno, con pan tumaca incluido, partimos del refugio a las 08:00 de la mañana con la intención de ascender el Russell Oriental. Todos menos Rafa, ya que ha pasado una muy mala noche, de tos y fiebre, por lo que decide descansar, teniendo en mente el retorno a su casa a la tarde . Los demás, aunque con pena por su ausencia, nos ponemos los crampones y emprendemos el camino hacia el collado de Vallibierna. El día tiene como protagonista, al igual que ayer y que mañana, un sol radiante, una temperatura fría pero idónea para andar, y nada de viento. Así pues, toca aprovecharlo.

Amanece.

Hoy hacia la derecha. Mañana, hacia la izquierda.

En dirección al collado de Vallibierna.

Solos en todo el valle.

Pablo, en camino.

    Tras una hora, llegamos los cinco integrantes del equipo al collado. El siguiente tramo será uno de los más demandantes del día. En esta nueva vertiente, nos tocará ladear sobre hielo duro y roca, con pendientes muy pronunciadas. En verano deber ser un sencillo sendero, pero ahora nos toca concentrarnos mucho y dar pisadas muy fuertes confiando en los pinchos. Tras media hora sufrida, alcanzamos el collado Bucardos. 

Óscar y Pablo, en acción.

Pablo, en un mar de rocas.

Alcanzando el collado Bucardos.

Collado. A la derecha, la vertiente de la que venimos. 

Un poco de crema, y a seguir.

Preciosa vista de Vallibierna.

    Desde aquí ya se ve bien nuestro objetivo. Bajamos adrenalina descendiendo un poco para continuar por una muy bonita planicie con vistas espectaculares y con el Estany de la cap de la vall a nuestros pies, completamente helado. Se disfruta mucho este tramo, y aprovechamos para comentar nuestras impresiones. A partir de aquí, debemos aclarar si nos metemos directamente a la cresta, o subimos una pala con un tramo final de 50 grados para reducir el tramo de cresta. A pesar de no haberme movido en pendientes de semejante calibre y heladas, esta última opción  es la elegida. Por la cresta creo que hubiésemos tardado bastante más y nos habríamos dado antes media vuelta.

Descendemos un poco.

Estany de la cap de la vall.

Planicie. A la izquierda, la pala que subiremos.

Bonita estampa.

    Abre camino Pablo. Gracias a sus huellas, puedo observar en qué tramos la nieve está algo más blanda y en qué tramos la única huella dejada son 12 agujerillos correspondientes a las 12 puntas de los crampones. La verdad que aquí lo paso psicológicamente bastante mal, supongo que tengo poca experiencia en este terreno. Pablo confía más en las puntas del crampón, a mí me cuesta más. El piolet apenas se clava, y eso que lo intento varias veces, tanto que ahora estoy escribiendo la entrada con agujetas no en las piernas, sino en los brazos. Txemi, Óscar y Alberto, viéndonos desde más abajo, optan por meterse algo antes a la cresta.

     Tras la pala, toca conectar con la cresta. De nuevo, veo que me falta sutileza en terreno mixto. Acostumbrado a fiarme de la punta de las botas en pequeños agarres, el hecho de llevar crampones me quita la mayoría de apoyos de pies, ya que confiarle a las dos puntas delanteras de momento me cuesta. Pasado un tramo de cresta, decidimos quitarnos los pinchos, ya que apenas hay hielo en esta zona. Progresamos poco a poco. Alberto, bloqueado, comenta que él ya no va a avanzar más. Así es que Txemi y Óscar le ayudarán con una cuerda en el descenso. Para mí, su decisión resulta ser un alivio, puesto que he llegado a mi límite técnico y psicológico, por lo que me uno a ellos en la retirada junto a Pablo. Nos quedamos a escasos 20 metros de la cima, habiendo alcanzado la cota de 3000 metros. Sin embargo, esta distancia no quiere decir que nos quedamos cerca, dado que aun hay un tramo en mixto que se veía imponente hasta la cumbre. Sin duda alguna, la decisión acertada, creo que me superaba en cuanto a nivel.

Hasta aquí hemos llegado.

Pablo, siempre con una sonrisa, esperándome en todo momento.

A 20 metros de cima, justo detrás. A la izquierda, el pico Rusell.

Txemi y Alberto, preparando la cuerda.

Alberto.


Descendiendo la cresta.

    Comenzamos con sumo cuidado la bajada, no está la cosa para resbalones. Como suele ser habitual en mí, durante la subida pienso en cómo demonios bajaré. Sin embargo, desciendo siempre con mucha más tranquilidad y siempre resultando ser más sencillo el descenso que la subida. Tras destrepar, bajamos la pala asegurando cada paso y ya una vez en la planicie, respiro. A veces hay que exprimirse un poquillo para progresar, hoy sin duda lo he hecho. Me he visto carencias, pero estoy orgulloso de cómo lo he llevado, y contento de sumar experiencia y conocimientos que seguro me ayudarán en futuras ocasiones.

Cresta, y detrás, el último tramo de la pala.

De tanto apoyar el culo, se me descose el pantalón.

    Llega la hora de picotear. Venir al monte con gente mayor tiene muchas cosas buenas. Por ejemplo, en estos momentos, mientras yo saco alguna barrita, ellos desenvuelven su jamón, queso, fuet... Ya sé por qué les pesaba tanto la mochila jeje. Nos hidratamos y comemos alegremente.

Hora de picotear.

Si bien no se aprecia, la pendiente es considerable.

    Son ya las 2 de la tarde, así que seguimos con nuestro camino de vuelta. De nuevo, con mucho cuidado, cruzamos desde el collado Bucardos hasta el collado de Vallibierna para, una vez allí, quedarnos unos minutillos aprovechando la cobertura. Veo las imágenes de toda mi cuadrilla comiendo en una sidrería en la comida de Navidad. Me quedo reflexionando. Me hubiese gustado estar allí con ellos también, pero supongo que todo a la vez no puede ser. Yo tengo la suerte de haber encontrado una pasión que me llena tanto. A veces toca sacrificar momentos por aquello que amo y que me hace realmente feliz, aunque en ocasiones no se entienda desde fuera o en el entorno más cercano. 

Una pasión que me llena tanto.

    Es ya hora de volver al refugio. Hoy sin cima, pero vivos y como amigos. Estoy muy contento de cómo han ido las cosas a pesar de no haber alcanzado el Russell. De hecho, es de las pocas ocasiones que me da igual no haber subido hasta arriba, ya habrá más ocasiones. Sin duda, me quedo con todo lo aprendido técnicamente y con el manejo de las situaciones difíciles, sin caer en nerviosismos.

    En el refugio, nos reunimos con Rafa. La situación ha empeorado, y es incapaz de moverse y tiene mucha fiebre. Así es que, sin otra opción, se lo llevan en helicóptero hasta el hospital de Viella, donde tal y como nos dirá mañana cuando vayamos a verle, le diagnosticarán neumonía. Ya se encuentra bien, recuperándose. Alberto también se volverá a Pamplona, dado que sus 3 hijos le requieren en casa.

                                            Evacuación de Rafa.

Rafa, al día siguiente, ya recuperándose. Qué equipazo.

    Tras alguna partida de cartas y cenar copiosamente, nos metemos en el saco, que hoy ha sido un día largo y mañana no lo será menos.





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