Chachacomani (6074 metros)

    El Chachacomani (6074 metros) es una montaña ubicada en el centro de la Cordillera Real, en los Andes bolivianos. Es quizá la más hermosa de esta cadena, y una de las menos conocidas, dado su difícil acceso y larga aproximación.

Es quizá la más hermosa de esta cadena.

    Estar escribiendo esta entrada es algo que me cuesta asimilar. Releer el primer párrafo y cerciorarme de que efectivamente he intentado ascender un 6000 ubicado en los Andes... es un SUEÑO con mayúsculas.  Estoy muy orgulloso de haber elegido la montaña como ideal de vida, y de haberla priorizado a lo largo de los años, con todos los sacrificios que ello supone. Muy agradecido también a la propia vida, y a las personas que lo han hecho posible, recorriendo este camino juntos. Gracias, gracias de verdad.

Es un SUEÑO con mayúsculas.

Agradecido también a la propia vida.

    En esta ya bien llamada expedición me acompañarán Lara y Tommy, dos italianos que he conocido aquí en Cochabamba y con los que he entablado una muy buena amistad. Sin duda alguna, son los partícipes de que haya podido disfrutar de esta experiencia de tres días, ahora veréis por qué.

Lara y Tommy.

    La incertidumbre define los días anteriores a esta salida. Llevo lastrado por unos problemas en la rodilla varias semanas, hasta tal punto que me recetan dexametasona y rodillera durante las dos próximas semanas. Tras los pinchazos, me encuentro mucho mejor, así que aunque con dudas, me sumerjo en la aventura. Al fin y al cabo, acaba de comenzar la temporada seca y mi ilusión está por las nubes, nunca mejor dicho. Mi participación ya está asegurada. Ahora solo falta el destino. Barajamos el Huayna Potosí, un 6000 asequible pero muy comercial. Sin embargo, vemos en la invitación a última hora de unos amigos italianos de Lara y Tommy la oportunidad de ascender el Chachacomani, una montaña casi virgen y preciosa, aunque bastante más dura. Así pues, la decisión está tomada: iremos al Chachacomani (de escribirlo tantas veces, hasta me voy a terminar aprendiendo el nombre jeje).

Huayna Potosí, para un futuro no muy lejano.

    Salimos de Cocha el viernes a la noche, para llegar a La Paz el sábado a la mañana. Tras las pertinentes compras y preparativos, nos trasladamos a El Alto para desde allí coger un truffi que nos dejará en Peñas. Es aquí donde desarrollan labores de voluntariado aproximadamente 20 italian@s, dentro de un proyecto de la iglesia italiana. Enfermeros, profesores, fisioterapeutas...se encargan de dar apoyo en las comunidades rurales del entorno. En sus ratos libres, entre otras actividades, equipan vías de escalada y ascienden montañas.

Está visto que en el bus mucho no hemos dormido.

                                                                 La Paz, desde arriba.

El Alto, la ciudad más caótica que he conocido.

 Increíble ver las casas colgando.

     Nada más dejar nuestras pertenencias en el poblado, nos acercamos a una zona de boulder natural. No puedo escalar debido a mi rodilla, pero ya solo estar aquí, con este ambiente que se respira, es increíble. Y eso que debido al idioma, apenas entiendo a la gente. Ya a la noche, los italianos nos hospedan cálidamente, compartiendo con nosotros momentos agradables alrededor de un delicioso plato de pasta.

Tommy, en plena escalada.

El Chachacomani, desde Peñas.

Las vistas, increíbles. 

El Illampu (6368m).

    A la mañana siguiente, viajamos en coche hasta el punto de partida. En total somos siete integrantes: Loren, Luisa, Elena y Nino (los cuatro pertenecientes a la comunidad de Peñas), Tommy, Lara y yo.

Nino, subiendo las cosas al coche.

                                                                            ¡Allá vamos!
 

El cementerio de la zona.

    A las 10 de la mañana comenzamos a andar a una altura de 4600 metros. Lo haremos acompañados de 5 mulos y sus dos cuidadores, que serán los encargados de llevar nuestro equipaje hasta el Campo Alto, a 5100 metros. Por delante, un precioso valle de más de 9 kilómetros, en el que habitan llamas y vizcachas, entre otras especies. El valle, como digo, es increíble. Paz, tranquilidad, belleza... Una maravilla de la naturaleza.

Comenzamos el valle.

Paz, tranquilidad, belleza...

Una maravilla de la naturaleza.

Ya se van viendo las blancas montañas.

El valle, como digo, es increíble.


Habitan distintas especies.

Se encendió la llama entre las llamas.

Múltiples llamas, las hay de todos tipos.

Más llamas, aumenta el peligro de incendio.

Cráneo de llama.

Dentadura de llama.

Vizcachas. Cuanto más miras la foto, más encuentras.

    Tras tres horas de caminata, llegamos al Campamento Bajo, donde paramos a comer. Dada nuestra intención de ascender en dos días y no en tres, seguimos subiendo. Poco a poco, vamos dejando atrás los escenarios verdes, para imbuirnos en un mar de rocas grises. La altitud comienza a notarse, sin ser nada destacable. Tras dos horas y media, alcanzamos el Campo Alto. Las vistas desde aquí ya son espectaculares. En un principio, este emplazamiento era mi objetivo. Ahora, viendo que la rodilla no se queja, decido que mañana intentaré subir a cumbre. 

Paramos a comer.

                                                                    El valle, desde arriba.

Nos imbuimos en un mar de rocas grises.

Los mulos, en plena acción.

Vistas desde el campamento alto.

Equipazo.

                                                                Campamento Alto.

Preparando la cena. Yo diré que estoy viendo las vistas.

Anochece en el Campamento Alto.

El sol ya se esconde.

    Tras organizar los preparativos para mañana, cenamos pasta con queso, y a las 18:00 nos metemos en el saco de dormir, que mañana será un día bonito pero duro, muy duro, como hace tiempo que no recordaba.

Pasta con queso. Lo siento Tommy.

Bonita estampa.

                                            

Mañana será un día bonito pero duro, muy duro.

A dormir.

    Son las dos de la mañana. Suena el despertador. Como presagiaba, no he dormido más de 40 minutos. La altura, el viento y la nieve no me han permitido descansar. Sí, la nieve. Las predicciones metereológicas marcaban un centímetro de nieve durante todo el día. La realidad es bien distinta. Fuera de la tienda no deja de nevar. Así pues, acordamos esperar a que cese la nevada para darnos una oportunidad. Tras una espera que se hace interminable, por fin, a las tres de la mañana, llega la calma. Aunque no son las condiciones ideales, lo intentaremos. Claro que lo intentaremos, hay mucha ilusión en el proyecto y no nos rendiremos tan fácilmente.

La realidad es bien distinta.

Por fin, llega la calma.

Claro que lo intentaremos.

    Comenzamos a andar a las cuatro de la mañana. La temperatura rondará los cero grados. Apenas hay viento. Luna llena, eso dice la fecha de hoy, nuestros ojos solo ven nubes. De vez en cuando alguna estrella invita al optimismo. Tras cruzar lo que será el paso más técnico del día, a diez minutos del campamento, iniciamos el glaciar. Un glaciar de enormes dimensiones, de fácil progresión, pero con alguna grieta considerable. La luz de los frontales nos indica el camino. Más allá de esta luz, oscuridad, oscuridad absoluta. 

De regreso, el paso más técnico del día.

De vez en cuando alguna estrella invita al optimismo.

La luz de los frontales nos indica el camino.

Más allá de la luz, oscuridad.

    Loren, Nino y Luisa se ponen los esquís. Mientras, yo me encuerdo con Elena, que porteará los esquís (desconozco el motivo, supongo que lo habrían explicado en italiano). Tommy y Lara harán otra cordada. De momento no hay muchos centímetros de nieve acumulados, se progresa bien.

Puente de nieve, quizá el punto más peligroso.

    Así continuamos. Yo voy ya notando el cansancio. Ni las barritas, ni la coca, ni siquiera el Powerade me resucitan. No tengo mucho dolor de cabeza, pero me falta aire. La pobre Elena abre la mayoría del tiempo. Yo, cada vez que le relevo, no hago más que ralentizar su ritmo. Los esquiadores avanzan bien. Tommy y Lara se encuentran detrás, a causa del cansancio de esta última. Cada vez hay más nieve, y ya queda poca energía en el depósito, muy poca.

Cada vez hay más nieve.

    Nunca he estado tan cansado. Y lo digo con todo el convencimiento. Cada dos-tres pasos me paro, en ocasiones se me cierran los ojos. La nieve llega hasta la rodilla. Si sigo es para no hacer parar a Elena, que si bien está cansada, da muestras de ir mucho mejor que yo. No sé que comen en Peñas, pero los cuatro montañeros físicamente están muy fuertes. Por fin, a las 08:30 alcanzamos el collado, a 5700 metros.

Nunca he estado tan cansado.

Cada dos-tres pasos me paro.

En ocasiones se me cierran los ojos.

    En el collado, aprovecho para comer algo, alguna pastilla sanadora, un toquecito de terbasmin y un ibuprofeno. Ni con esas. Me veo sin fuerza, y aun quedan 300 metros de desnivel, con nieve profunda. Elena decide ponerse los esquís. Para mí este acto es un alivio, pudiendo así decidir esperar a Tommy y Lara, que vienen por atrás, y encordarme a ellos. Sé que esta decisión muy probablemente me aparte de la cima, pero no me queda otra. Seguir atado a Elena va a suponer tener que abrir huella y frenarle en numerosas ocasiones, sin ninguna garantía de éxito. Así pues, Nino, Loren, Luisa y Elena continúan hacia arriba, mientras yo me quedo esperando a Tommy y Lara.

Sé que esta decisión me aparte de la cima, pero no me queda otra.

Nino, Loren, Luisa y Elena continúan hacia arriba.

     Cuando la pareja llega al collado, tal y cómo suponía, dudan de si continuar. La realidad es que estamos a unas 4 horas de cima (como luego podríamos comprobar, al saber que los esquiadores estando muy fuertes y con esquís habían tardado dos horas para hollar la cumbre). Planteamos llegar a donde podamos, que tenemos claro que no será mucho. Y así es, tras media hora, y únicamente cincuenta metros subidos, decidimos darnos la vuelta.

    Ni un ápice de pena. Las condiciones de la nieve nos impiden progresar, y séase dicho, no hemos llegado en condiciones físicas óptimas. Creo que aun así, tampoco lo habríamos conseguido. A pesar de ello, la sensación de haberlo dado todo predomina, haciéndonos sentir en comunión con nosotros mismos. Con eso me quedo. Jamás había sentido la sensación en la montaña de haber dado todo, hasta la última de mis fuerzas. Ya no me queda nada.

Ya no me queda nada.

    Las vistas desde aquí son espectaculares: el lago Titicaca, el Sahama (la montaña más alta de Bolivia), la Cordillera Central... El mero hecho de saber que estoy en los Andes, a 5760 metros, es indescriptible. Todo un camino labrado a lo largo de los años para estar aquí, para ver lo que veo y para sentir lo que siento. Hace un año, antes de conocer mi destino de Erasmus, hubiese sido impensable. En los Andes, ¿yo?... una locura. Una bendita locura que aun me cuesta asimilar, y me seguirá costando. Como ya he comentado en el segundo párrafo, gracias a tod@s, milla esker. Se me  vienen a la cabeza infinitos nombres, de verdad. No los cito para no dejarme a nadie, pero ya sabéis quienes sois. Si has llegado hasta aquí, seguro que eres un@ de ell@s. Gracias, gracias y más gracias. 

Para sentir lo que siento.

    Nos sacamos la respectiva foto en el punto más alto alcanzado. Estamos muy felices. Qué sensación más bonita de recordar, ojalá no se olvide. Así, con una sonrisa, comenzamos a bajar. Cada poco tiempo, nos sentamos en la nieve obligados a descansar y relajar los músculos, que van al límite. El diálogo en cada parada para ponernos en marcha es el siguiente: al primer "¿Andiamo?" de Tommy le sigue un "Ancora un po per favore" de Lara, que significa "un poco más por favor". Al segundo "¿Andiamo?" de Tommy no queda otra que escuchar el "Va bene, arrivo" de Lara, que significa "vale, ya voy". Yo apoyo a Lara, cada instante sentado lo disfruto.

Estamos muy felices.

"¿Andiamo?"

"Ancora un po per favore"

    Conforme descendemos, va entrando más oxígeno a los pulmones. Realmente, no me esperaba que la altura pudiese afectar tanto. No me quiero ni imaginar lo que se siente a 8000 metros. Quizá en nuestro caso la aclimatación no ha sido la mejor, pero sí considero que ha sido bastante buena, durmiendo el primer día en Peñas a 4000 metros y el segundo día en el Campo Alto a 5100 metros. Seguro que para la próxima expedición, que tiene pinta que no tardará en llegar, vamos más preparados.

Tiene pinta que no tardará en llegar.

    A las 12:00 de la mañana, tras cruzar el glaciar, llegamos al Campo Alto, donde nos echamos a dormir durante media hora mientras esperamos a los esquiadores. Todo el mérito para ellos. Regresan con la cima y como nosotros, con una sonrisa de oreja a oreja. Tras desmontar el campamento, proseguimos con el descenso. Tras 8 horas de actividad, aun nos quedan 5 horas de regreso. No hay tiempo que perder. Poco a poco desandamos lo andado durante el día de ayer. El hecho de haber recargado energías ayuda, y ya me siento mucho mejor.

Llegamos al Campo Alto.

(A continuación, fotos de cima de Loren, Nino, Luisa y Elena...)

Luisa, en plena subida.

Ya casi está.

Últimos metros para Luisa.

Nino, a punto de alcanzar la cima.

Le toca el turno a Elena. La verdad que las fotos son espectaculares.

Enhorabuena campeones. En otra ocasión, con un poco de suerte saldré en la foto jeje.

Descenso esquiando.



    A las 17:00 de la tarde, tras la bajada pertinente y el interminable valle, que lo recorro en solitario resultando ser una oportunidad perfecta para reflexionar sobre la vida, llegamos al punto de partida. Abonamos la cantidad correspondiente a los trabajadores de los mulos, y nos montamos en el coche que nos lleva a Peñas, desde donde cogeremos Tommy, Lara y yo el truffi al Alto, para subirnos en un autobús que nos dejará en Cochabamba a las 04:30 de la noche.

Una penúltima mirada a las llamas.

Y una última.

    Así terminan tres días de altísima montaña, de buena amistad, de desconexión, de reflexiones personales, de sueños cumplidos...en definitiva, de bonitas experiencias que quedarán marcadas en el recuerdo, quien sabe si para siempre.

Quien sabe si para siempre.


    Pd: Muchas gracias a Tommy y Lara por adoptarme estos días, a las personas de Peñas por su admirable hospitalidad y por hacerlo tan fácil, a mi familia-familiari, cuadrilla, amig@s escaladores y de ANFAS, Scouts...y a ti, por leer hasta el final.

Y a ti, por leer hasta el final.

¡Un abrazo montañero!


Íñigo Mendizabal

Comentarios

  1. Una locura de pasión. Se te ve feliz, Iñigo!. Espectacular aventura y relato.

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  2. Vaya publicación espectacular. De libro! Las cimas ya llegarán. Abrazo Bro!

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  3. Oso ondo! Todo llegará seguro.Además de mendizale eres muy bueno escribiendo.Muxus

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  4. Ese campeón! Que lugar más espectacular y que bonita narración. Para tu libro. No nos perderemos la próxima....

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  5. Mila esker a ti por tu blog, que además de interesante es muy entretenido, con unas fotos preciosas. Muxuk

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  6. Enhorabuena Iñi!!!
    Espectacular todo: las fotos, el texto, la ilusión....
    Da gusto verte y leerte!

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